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Año: 2010

Las manos de Nery Russo

No había leído ni una sola página escrita por Nery Russo, pero cuando me invitaron a conocer a una novelista venezolana de visita en la ciudad donde vivo aproveché la oportunidad y asistí a una tertulia informal con otras periodistas. La señora Russo venía bien recomendada como una periodista y novelista de mucha trayectoria en ese país sudamericano.

Antes de la reunión busqué referencias sobre Russo y, aunque no encontré sus libros en circulación, pude verificar que publicó al menos cuatro obras: «La mujer del caudillo» en 1952; «Zory» en 1956; «Los cierzos del silencio» en 1964 y «Con los pasos del perro» en 1992. Se le describe en algunas monografías que encontré como una de varias mujeres novelistas que surgieron a pesar de la aridez artística que se dio en Venezuela durante la dictadura del “Perezjimenizmo” – régimen que sucediera al derrocamiento del Presidente Rómulo Gallegos, el novelista más conocido de ese país por su clásico latinoamericano «Doña Bárbara».

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El poder de “In the Heights”

Cuando vi la conmoción en los medios estadounidenses sobre “In The Heights”, un musical que se escenifica en el Washington Heights que es el barrio-corazón de la comunidad dominicana y de otros grupos hispanos en el alto Manhattan, sospeché que éste sufriría del síndrome de las obras muy alabadas por un público que desconoce el tema tratado. Temí que el musical con música y canciones de Lin-Manuel Miranda, basadas en una pieza teatral de Quiara Alegría Hudes, iba a presentar una versión de la latinidad que no estaría a tono con lo que se vive en los barrios neoyorquinos. Pensé que, además, la obra me aburriría porque nunca he sido fanático de estas producciones teatrales donde la música desciende del cielo. Tal vez por ello esperé tanto para ver el musical que mereció el prestigioso premio Tony en 2008. Durante una reciente visita a Nueva York, asistí por fin a verlo en el famoso distrito teatral de Broadway y me di cuenta de que, como suele suceder, estas suposiciones mías estaban equivocadas. No solamente disfruté de las más de dos horas del musical sin cansarme, sino que me conmoví con algunas escenas, me reí con algunas ocurrencias y sentí la música como una expresión muy natural de la lucha por la vida en los guetos latinos. El Washington Heights que vi en escena me pareció verosimil – y por lo tanto real dentro de lo posible – porque, a pesar de los estereotipos, se presentó como un lugar vibrante donde…

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