Uno quiere escribir algo que diga, tal vez, de qué color es la mañana cuando irrumpe la luz y los adjetivos usuales –azul, púrpura o gris, por ejemplo– no son suficientes. Hay cielos que simulan la piel ceniza de un arándano, y sería impreciso –incluso injusto– llamarles azules, púrpura o grises. Al levantar la cabeza uno ve el tejido jugoso de un arándano.Uno quisiera que fuera fácil triturar el teclado y esparcir frutos, hojas de arce en otoño, atravesar la crema porosa de la nieve, palpar pedacitos de cuarzo y caracoles resquebrajados con las palmas de los pies. Pero la expresión es exigente. Pide la atención de un niño curioso. Pide heroísmo. Pide el tipo de orden que no viene con las horas y las medidas, sino que se parece más bien a una lluvia de fractales, orden en el caos, belleza en la irregularidad. Es sublevarse y decir algo que tal vez no se entienda. Gracias por visitar Libro Abierto. Para subscribirse a futuras publicaciones, escríbanos a libroabierto@vmramos.com.
10 comentariosAño: 2011
Estatua de Walt Whitman – Foto: V.M. Ramos Me celebro y me canto a mí mismo.Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,porque lo que yo tengo lo tienes túy cada átomo de mi cuerpo es tuyo también. Así se presentó Walt Whitman al mundo cuando a la edad de treintiséis años empezó a escribir el poema épico “Leaves of Grass” (“Hojas de hierba”), casi a mitad del Siglo Diecinueve. Digo que se presentó al mundo porque sus palabras, trabajadas cuidadosamente a través de las décadas que vivió, eran para toda la humanidad e incluso para la humanidad futura, sabiendo él entonces que sus versos rompían con el pensamiento de su tiempo. Otros expertos podrán decir más de él, pero Whitman abandonó la rima convencional de los versos de sus días. Whitman mezcló los géneros, porque su poesía es a la vez narración, canto, crítica y exaltación; es cuento y novela; tiene trama, carece de medidas pero no de ritmo. Whitman resquebrajó también el puritanismo de su época y no distinguió entre el deseo hacia un hombre o hacia una mujer. Dijo lo que tenía que decir, aunque en principios su libro no lo publicara nadie más que él y aunque muy pocos fuera de los intelectuales de su época se interesaran en esa poesía rara e iconoclasta. Cómo evitar detenerme un día y volver al pasado desde el que Whitman existió si casi todos los días paso apresurado por la carretera que da con la…
5 comentariosTú puedes tener la vida que quieres, siempre y cuando lo que quieres no viole las leyes de la física ni del país donde vives. Crea tu propio futuro, aunque el futuro no existe. Sé quien quieres ser, y acepta las consecuencias, porque siempre las habrá. Elimina los obstáculos mentales, bórralos de tu mente, y cuando se presenten en tu camino haz de cuenta que no existen. No culpes a otros de tus males, porque todo el mundo es inocente, menos tú (por tu culpa, por tu culpa, por tu gran culpa). Deja de quejarte y toma las riendas de tu vida, porque el éxito no permite que aceptes tus debilidades ni que te desahogues. Ámate como eres, pero solamente después de que te quites de encima todas estas imperfecciones que te obstaculizan. Respira hondo. No te identifiques con los problemas, porque ser irresponsable te proveerá gran alivio. ¿A qué le das tu energía? Eres puro ser (bueno, y también huesos, músculos, tejidos, reacciones químicas). Deja que tu vida surja espontáneamente. No hagas planes de nada y el presente se revelará ante ti, aunque eso signifique que se te olvide terminar tus proyectos. Tú eres perfección como eres. No tienes que hacer nada. No tienes que buscar nada. Mírate a ti mismo ahora, pero arregla estas dos o tres cositas que te impiden la iluminación. Es decir, cambia quien eres. Y por si acaso nada de eso funciona: Un día de estos te vas a morir. Gracias por visitar Libro…
9 comentariosA mí desde un principio me pareció que el diseño de lectores de textos para la pantalla era un paso importante para la diseminación de las letras. La posibilidad de liberar el texto de la forma tradicional del libro me ha parecido una multiplicación del efecto Gutenberg, porque abre nuevos canales de distribución y facilita la publicación de todo tipo de libros. El elemento que faltaba era el puente que llevara a los lectores esos textos, que inicialmente flotaban huérfanos por las nuevas redes de Internet. En los últimos dos o tres años se ha acelerado el proceso de construir una estructura más sólida, tanto para que el autor ponga sus libros al alcance como para que los lectores descubran por búsqueda o afinidad esos textos que les pudieran interesar. Ha llegado el momento del libro electrónico. Como en todo salto hacia adelante, este fenómeno no es algo que dependiera de un factor aislado, sino de varios avances tecnológicos que coinciden y hasta compiten. El proceso de desarrollo de los lectores de libros electrónicos había sido lento en comparación a otras plataformas, como las que se han creado para distribución de música y video en la red. Algunos expresaban dudas de que el simple texto de los anticuados libros pudiera competir en un mundo mayormente audiovisual. Pero hace años que el fenómeno Amazon ha demostrado que hay espacio para los libros en la red. Fue precisamente esa compañía –entre las pioneras de venta de mercancías en Internet– que formuló el…
5 comentariosEra yo de los lectores que, lápiz en mano, tomaba un libro y marcaba sus errores. Rayaba las faltas que encontraba con entusiasmo, así se tratara de asuntos pequeños como un signo de puntuación o más notables como un caso de ortografía atroz o el uso de alguna oración de pensamiento perezoso. No lo hacía por malicia, sino por un celo exagerado hacia la buena escritura. Pensaba yo que un escrito publicado, sobre todo de poesía o ficción, debía ser la culminación de ideas, imágenes y expresiones depuradas hasta su esencia, como una escultura o pintura bien trabajadas. No toleraba muy bien los libros chapuceros. Era en ese sentido como el viejo corrector de pruebas, de un cuento cuyo título y autor ahora no recuerdo, que se regocijaba al retocar alguna oración, poniendo el signo de puntuación que faltaba en la obra de un escritor talentoso a quien le tocaba leer como profesional. Sabría al ver el libro publicado que esa era su coma, o su punto, o su acento, en una novela que en otros sentidos era perfecta. Pero en los hechos el proceso de publicación está plagado de oportunidades para que se hagan cambios y alteraciones a la ligera mientras una obra pasa de mano en mano. Esos cambios tanto pueden mejorar la obra como dañarla, sin que sepa el lector. Hay casas editoriales, agentes, correctores y editores de mucha sensibilidad y cuidado, por supuesto, pero hay otros en la industria del libro que usan correctores automáticos para…
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