Estatua de Walt Whitman – Foto: V.M. Ramos Me celebro y me canto a mí mismo.Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,porque lo que yo tengo lo tienes túy cada átomo de mi cuerpo es tuyo también. Así se presentó Walt Whitman al mundo cuando a la edad de treintiséis años empezó a escribir el poema épico “Leaves of Grass” (“Hojas de hierba”), casi a mitad del Siglo Diecinueve. Digo que se presentó al mundo porque sus palabras, trabajadas cuidadosamente a través de las décadas que vivió, eran para toda la humanidad e incluso para la humanidad futura, sabiendo él entonces que sus versos rompían con el pensamiento de su tiempo. Otros expertos podrán decir más de él, pero Whitman abandonó la rima convencional de los versos de sus días. Whitman mezcló los géneros, porque su poesía es a la vez narración, canto, crítica y exaltación; es cuento y novela; tiene trama, carece de medidas pero no de ritmo. Whitman resquebrajó también el puritanismo de su época y no distinguió entre el deseo hacia un hombre o hacia una mujer. Dijo lo que tenía que decir, aunque en principios su libro no lo publicara nadie más que él y aunque muy pocos fuera de los intelectuales de su época se interesaran en esa poesía rara e iconoclasta. Cómo evitar detenerme un día y volver al pasado desde el que Whitman existió si casi todos los días paso apresurado por la carretera que da con la…
5 comentariosAño: 2011
Este es el discurso pronunciado esta noche en el acto de presentación del premio por el Primer Certamen Literario de la Academia Norteamericana de la Lengua a mi novela «La vida pasajera». Lo comparto aquí con aquellos de ustedes que no pudieron participar del acto en muestra de agradecimiento al apoyo recibido por este medio de alcance global. Ahora que la novela estará a la disposición de quienes quieran adquirirla, a través de la Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, espero que esta sea de su gusto y que compartan conmigo su apreciación de la misma por estas páginas. Un saludo cariñoso desde Nueva York. Queridos amigos. Gracias por acompañarme esta noche en ocasión de la publicación de mi novela. Quisiera hablar un poco de lo que significan las palabras en este sospechoso arte de la escritura, pero lo voy a hacer a través de historias que se entrelazan a mi propia vida. La tarde soleada que salí de República Dominicana llevaba muy pocas pertenencias en mi maleta. Mis familiares en Nueva York me habían instruido a que dejara todo, excepto la ropa que llevaba puesta y algunos artículos de primera necesidad. Esto me puso en la difícil situación en la que se encuentran todos los que emigran, especialmente si saben que el regreso se va a dificultar (que es lo que casi siempre sucede). Tienen – o tenemos – que escoger qué partes de la vida que queda atrás ocupará el preciado espacio del equipaje. Aún a…
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