“Ts’ui Pên diría una vez: ‘Me retiro a escribir un libro’. Y otra: ‘Me retiro a construir un laberinto’. Todos imaginaron dos obras; nadie pensó que libro y laberinto eran un solo objeto”.Jorge Luis Borges, «El jardín de senderos que se bifurcan».
Tengo dos mentes, separadas no siempre por el contenido de sus pensamientos sino por la infraestructura gramática en la que estos fluyen. Una piensa en español y la otra en inglés.
Una lengua responde al orden de sustantivo y adjetivo – “La Casa Blanca” – y la otra pone el adjetivo, o sea la descripción de las cosas, por delante y se traga los puntos entre las comillas: “The White House.”
El idioma español ofrece multitud de conjugaciones, variando para cada pronombre y por cada tiempo.
Recuerdo esas odiosas lecciones de memorización gramática para aprender siete formas de tiempos simples y siete formas de tiempos compuestos, más una forma imperativa. Requería un exceso de repetición aprender las variaciones desde el indicativo hasta los pluscuamperfectos, pero qué maravilloso poder decir luego: yo amo, yo amaba, yo amé, yo amaré, yo amaría, que yo ame, que yo amara (o que yo amase), y esto sin incluir los tiempos compuestos. ¿Quién dijo que se ama – presente de indicativo – una sola vez en la vida?
En inglés, por supuesto, hay tiempos, pero se usa cantidad de verbos auxiliares — “will, could, would, should have loved” — para determinar posibilidades sin trastornar mucho los verbos. “Love” y “loved” serían las únicas formas posibles en este ejemplo entre pasado, presente y futuro.
En inglés, por supuesto, hay tiempos, pero se usa cantidad de verbos auxiliares — “will, could, would, should have loved” — para determinar posibilidades sin trastornar mucho los verbos. “Love” y “loved” serían las únicas formas posibles en este ejemplo entre pasado, presente y futuro.
Mientras yo diría en español que estoy “en” cualquier recoveco de la casa, en inglés tendría que variar las preposiciones si estoy “en” la sala (“in the living room”), “en” algún lugar indefinido de la casa (“at home”), “en” el segundo piso (“on the second floor”). Esta minuciosidad se usa exitosamente para añadir variaciones de significados a un mismo verbo cuando las mismas preposiciones se convierten en adverbios que enriquecen de especificidad lo que se dice.
En la forma de pensamiento española hay una diferencia entre tú y ustedes. En la inglesa el tú y el ustedes son una y la misma palabra que se distingue por el contexto en que se diga. Y no hay porque discutir en detalle las reglas de los acentos que se marcan en español, pero son ausentes en inglés a excepción de palabras de origen extranjero, porque casi todas las palabras llevan el énfasis en la primera sílaba. Están también las variaciones, muchas veces ilógicas, de pronunciaciones en inglés, una lengua de fonética más complicada cuyos sonidos vocales no pueden resumirse en cinco (¿Recuerdan? “A, e, i, o, u, más sabe el burro que tú”) sino en una veintena.
Cada una de estas mentes lingüísticas tiene sus aciertos y sus arbitrariedades, así como puntos de encuentro y raíces comunes. Hay en ambas diferencias que son más difíciles de capturar y probablemente sean cuestión subjetiva y a veces de estereotipos. Pero con todo eso, siento yo que el español es una lengua más ceremoniosa y que el inglés es una lengua más informal y, cualquiera que haya traducido de uno a otro de estos idiomas, sabrá que hay mayor economía de palabras en inglés.
Dominar ambas lenguas implica pensar de dos maneras, bifurcarse. La persona verdaderamente bilingüe – es decir, bicultural – vive en esta dicotomía.
A la hora de escribir, esta bifurcación a que me refiero se acrecenta ante la amenaza de la aparente permanencia y muchas veces uno se encuentra ante la horqueta de un viaje narrativo, preguntándose por cuál de los dos senderos se va.
Después de todo, hay caminos en los que uno puede perderse para siempre.
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Y yo que pensaba que Comala era un invento de Juan Rulfo.
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Guille, encantado de que vuelvas a aparecer por aquí. Yo me había desconectado de los blogs por un tiempo y he tenido que ir reencontrando los vínculos que tenía, y descubriendo algunos nuevos, después de volver a decidir que vale la pena este medio. Es como tú dices, hay algo que sucede en la cabeza de uno cuando se piensa en otro idioma, pero hay un punto medio, me parece, donde se pueden mezclar las dos maneras de pensar, como para extender el lenguaje sin desvirtuarlo. La anécdota del alemán-inglés está buenísima. Vi algo parecido el otro día en una traducción de tibetano a inglés. Imagínate la distancia entre esas dos maneras de pensar.
Hola Víctor:
Hace mucho que no pasaba por aquí. Excelente entrada.
A mí me encanta escribir en inglés. Me parece un idioma mucho más práctico y eficiente que el español. A la hora de tomarse licencias con el idioma, me fascina la posibilidad que brinda el inglés de convertir casi cualquier palabra en un verbo sin que se lea o escuche tan mal como cuando uno hace lo mismo en español.
Hablando de eficiencia, recuerdo que hace años compré un manual que estaba en inglés y alemán. Las páginas correspondientes a cada idioma estaban una a la derecha y una a la izquierda. Recuerdo que solía mostrarle a todo el mundo algo que me parecía increíble y jocoso a la vez. Una de las páginas en alemán tenía un largo título de dos líneas que terminaba, si mal no recuerdo, en algo así como “…und symbol”. El título de la página correspondiente en inglés tenía una sola palabra: “Glosary”.
Anécdota aparte, lo que sí me he dado cuenta es que parezco tener dos personalidades totalmente diferentes dependiendo del idioma en que escriba, una practica el barroco antillano y la otra jura por el pragmatismo anglosajón. Definitivamente, la mente es un laberinto.
Ha sido un placer volver a leerte.
Silvia, esos políglotas tienen cerebros distintos. Me pregunto si además de hablar varios idiomas pueden penetrar la estructura de cada lengua y si al hacerlo modifican sus formas de pensar, porque una cosa es pensar en un idioma y otra es traducir a este lo que ya se pensó. Nosotros tenemos muchas palabras para la culpa y pocas para la nieve: pena, vergüenza, remordimiento, resquemor, peso de conciencia, pecado … ¿Qué dice eso?
Baakanit, de acuerdo.
Así es Víctor, a lo calladito la gente de Blogger le han hecho muchos cambios buenos a esta plataforma, ya no se ve tan rudimentaria.
Hay muchas personas que hablan hasta 8 idiomas, eso es algo magico, porque les permite internalizar la comunicacion a otro ambito que les permite ver la una realidad mas amplia. Ellos no tienen las limitaciones de una persona que solo conoce un idioma. Por ejemplo, podria existir un idioma donde el color azul tiene una sola palabra, pero que pasa si existiera otro idioma que tiene cinco o nueve palabras para cada variacion del azul, esto le permite a esta persona ver el azul desde otra perspectiva. Este es un ejemplo a grosso modo. Se de un idioma en el que no existe la palabra: culpable. Imaginate esas personas que no saben la miseria de sentirse mal, y por ende necesita golpear su corazon y repetir mea culpa, mea culpa, mea culpa. Existe otro idioma en que la palabra NIEVE tiene 80 palabras.
Yo vivo con personas que hablan otras lenguas totalmente diferente a la mia, pero eso no es un problema, usamos las expresiones faciales, las manos, el cuerpo, etc y de una u otra forma terminamos compartiendo algo. No es la lengua la que nos separa, es la cultura o las ideas, o la percepcion de cada uno.
Personalmente creo que la funcion del lenguaje es comunicacion, y veo a la comunicacion como una manzana bonita, roja, jugosa lista para ser triturada por unos dientes golosos.
Engels, has dado en un clavo. No lo dije con tanta claridad, pero es a eso a lo que voy llegando. Si uno es bilingüe podría decirse que es como si uno tuviera dos conjuntos de herramientas distintos y que, aunque haya similitudes entre ambos, uno se presta mejor a algunas tareas que el otro. Algunas historias se pueden contar mejor en una lengua que en la otra, aunque luego se les traduzca. No me gusta tanto, sin embargo, mezclar las dos lenguas en un solo escrito, a excepción de algunas referencias necesarias. Es cuestión práctica, porque al hacerlo limitas tu escrito a personas que comparten tu condición de cerebro bifurcado.
Por cierto, me encanta esta nueva función de las secciones de comentarios de los blogs que permiten responder individualmente a cada mensaje. Así puede continuar la conversación en base a un comentario específico que suscite mayor interés. Bueno, nos seguimos blogueando.
Hola Mariposa. El lenguaje puede ser un instrumento flexible, floreado cuando hay muchos matices, como tú dices, y a veces simple cuando lo que se dice es sencillo. Un abrazo.
Muy de acuerdo contigo. En mi caso considero que hay historias y cosas que se prestan a ser dichas en la lengua natural de esos eventos, o a veces con dos o tres lenguajes entrelazados al mismo tiempo. Hay historias que se sienten en ingles y otras que fluyen mas si se cuentan en espanol.
Como siempre mi amigo tus explicaciones, correctamente expresadas, nos dan que pensar. Además de ser ciertas las diferencias entre la lengua anglosajona y la hispana, no es menos cierto que en la medida que podemos florear mas la expresión, podemos desahogarnos con mayor intensidad.
Como dices no es lo mismo decir: “I am in the house.” Que decir: Estoy dentro de la casa rodeada de rubor al sentir tu aliento cuando respiro tu presencia.
Gracias por compartir y hacernos pensar contigo.
Mariposa de Mayo
Gracias Lola. Creo que la lengua se aprende de manera intuitiva y la gramática viene después. Los segundos idiomas suelen enseñarlos al revés, a mi parecer. Deberían empezar por conversar.
Que bonito post has escrito. Me gusta la lengua española. Aprendí los verbos cuando aprendí la tabla de multiplicar y ya nuca los olvidé. El presente el pasado, el futuro, el condicional, el imperativo, el subjuntivo, impersonales, compuestos….. No puedo opinar demasiado de la dicotomía ingles-español pues aunque sé mucha gramática inglesa, nunca me atreví a dar el paso de hablar. Un abrazo de Lola
Joselu, y tal vez mi inglés tiene la influencia del español y es algo florido. Así son las cosas.
No puedo evaluar tu inglés porque no soy un buen conocedor del mismo, pero sí que puedo disfrutar de tu español de buena factura que no está contaminado por el inglés, salvo en eso que es hasta un buen elemento, en su pragmatismo, en su funcionalidad. Tu español es práctico, sumamente correcto, pero poco dado a cualquier adorno innecesario (que a mí tampoco me gustan). Se ve la tendencia a oraciones cortas y bien talladas. El resultado es un estilo muy expresivo, aunque poco dado a la efusión sentimental. Es un español de doble alma, con uno de los senderos en la mentalidad inglesa esencialmente pragmática. Me gusta.