Me preguntaba alguien el otro día por qué publiqué dos libros de ficción y después no he sacado nada más a la luz en estos años (aunque eso no es del todo cierto si los cuentos sueltos cuentan). Esta pregunta me hizo pensar en la agricultura. Hace un par de décadas, escondido en los recovecos que en Nueva York llamamos apartamentos, fantaseaba yo con algún día en que tuviera un pedazo de tierra sobre el cual poner los pies desnudos, qué se yo, la idea esa de tener una casa con un patio, aunque no fuera muy grande, para quitarme los zapatos y sentir la naturaleza como cuando niño. Imaginaba más, que podría llegar a ser uno de esos jardineros urbanos que siembran tomates, ajíes, limones, arándanos y berenjenas en su pedacito de tierra y los cultivan cualquier tarde antes de la cena, y regalan luego a sus amigos el vegetal primoroso y la fruta fresca. Se me olvidó ese asunto y me fui por unos años de la gran metrópolis y mudé mi pequeña familia a una casa rodeada de patio por todos lados. Había un bosque de pinos detrás, mucho cielo abierto y toda la luz posible. Mucho más de lo que yo esperaba. Entonces, tocaba empezar el trabajo en ese jardín, ¿cierto? Fuimos cualquier tarde veraniega (casi siempre es verano en la Florida) a la ferretería y obtuvimos algunos implementos — palas, guantes, barreras, carretilla, tierra negra, qué se yo — y árboles o semillas de plantar.…
Dejar un comentarioAño: 2017
El Gran Hermano siempre está mirando y lo sabe todo. La verdad es un asunto relativo y manejado por ministerios de información que componen la historia a su manera. La clase marginada es casi vista como subhumana, mientras que la gran mayoría se encuentra sumida en el sueño profundo del entretenimiento masivo. La guerra es la paz. La libertad es esclavitud. La ignorancia es fuerza. Los hechos no son los hechos. Le he oído a varias personas con conocimiento general de la literatura comparar los tiempos en que vivimos con el mundo distópico de “Mil novecientos ochenta y cuatro”, la novela de George Orwell en cuya trama un sistema totalitario mantiene el control de la población por medio de la vigilancia masiva por medios tecnológicos y la represión de las dictaduras convencionales. Estas comparaciones me han puesto a pensar sobre las distopías y el papel que juegan en nuestra conciencia colectiva. Ese tipo de ficción no me ha atraído como lector, tal vez por la experiencia que he tenido con otros lectores, personas de pensamiento conspiratorio que he conocido por ahí y que me han citado este 1984 de Orwell, o su otra novelilla “Animal Farm”, o el “Brave New World” (“Un mundo feliz” de Aldous Huxley), o el “Farenheit 451” de Ray Bradbury, hablando de estos textos casi como si fueran presagio o evidencia de un mundo en el que nos controlan quienes manejan la información. He visto sus ojos abrirse, animados, y trazar paralelismos a los medios de…
Dejar un comentarioAquí les comparto enlaces al artículo y video de una entrevista que me hizo Glenda Galán para su revista de multimedios, Dominicana en Miami. Tuve la suerte de conocer a Galán hace ya unos meses durante su visita a Nueva York, primero al verla leer a ella con mucha gracia de su propia ficción y poesía en una pequeña librería de Washington Heights, y luego cuando concertamos una reunión para tomar café en un mañana fría de Manhattan y hablar de estos destellos elusivos que buscamos en la claridad de la expresión. Entrevista al escritor y periodista Víctor Manuel Ramos #dominicanoenny #escritordominicano #literaturadominicana #morirsoñando #lavidapasajera Posted by Dominicana en MIAMI on Monday, March 20, 2017 Rara vez asisto a estos eventos, pero esta suerte de encuentro confirma que debería hacerlo más a menudo. Les recomiendo mirar otras páginas del sitio que sirve de base tanto para una edición impresa como para segmentos de radio y de televisión. Les invito particularmente a descubrir los textos y entrevistas de intelectuales, autores y otros artistas dominicanos, y latinoamericanos en general. Verán, como yo, que Galán, en su torbellino de periodismo cultural, ayuda a propagar otras voces de esta literatura híbrida en que se nos entrecruzan las raíces. Esperemos también ir oyendo algo más de la suya. Ah, casi olvidaba… Galán me preguntó si tenía algún escrito que pudiera ofrecerle para poder compartir en su página y, en honor a nuestra común conexión al estado de la Florida, busqué entre mis archivos, en algún lugar…
Dejar un comentarioEn otros tiempos yo me reía de la ficción y prefería libros que me hablaran de asuntos reales, aficionado como era desde niño al oficio periodístico y su misión de verificar, informar y poner en contexto lo que sucede en nuestras sociedades. Ese fanatismo por los hechos hacía que leyera de mala manera las asignaciones escolares que me obligaban a seguir a personajes que nunca existieron, atrapados en conflictos que eran igual de imaginarios. A pesar de mis lamentos terminaba enfrascado en algún cuento o novela, como aquellas historias de vaqueros de Billy The Kid que leía para practicar inglés. Y ya lo he contado, a la hora de viajar fuera de mi país de origen, me descubrí empacando mi maleta con libros, muchos de ellos pura ficción. Años después me descubrí intentando yo mismo escribir relatos ficticios, sin explicarme del todo por qué. Para mí resultó ser esta una gran paradoja: a veces los hechos mienten y en ocasiones los relatos imaginarios nos acercan más a la verdad emocional de algo. Esto lo digo a pesar de ser periodista y de seguir venerando la importancia de los hechos. En otros rieles paralelos corre este asunto de la verdad que depende de una reorientación deliberada de los hechos. En la ficción, sabemos que se da un juego, que los personajes y las situaciones pueden partir de alguna realidad documentable, pero no dependen de ella. No obstante, son muchas las veces en las que al practicar este género he tenido que…
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