Hemos dado otra vuelta alrededor del sol desde la última vez que iniciamos el conteo. El año es una marca arbitraria en el camino, pero podría decirse que es nuestra marca y que es útil por lo menos para medir progreso, aunque también sea cuestión de nuestra invención. Hay tanto que damos por sentado que es asunto de la imaginación. Yo me encuentro aquí mirando al año que ha pasado y a la persona que fui a principio de este ciclo con el tipo de sonrisa que uno reserva para un niño: ah, qué inocente eras cuando a pesar de tu propio juicio te proponías esto o aquello para el año que vendría. Esto supongo que nos aplica a todos, tanto por lo que no esperábamos que sucediera y sucedió como por lo que queríamos que se diera y no se dio. El inevitable corolario es que cada vez hemos cambiado y en lo que a mí cuenta nunca es de una manera simple que se pueda caracterizar como progreso o retroceso. Es difícil, entonces, darle sentido a un año y, luego de estas consideraciones, resulta ilógico proponerse un curso definido. Pero lo hacemos. Es nuestra naturaleza. Termino este ciclo con sensación de vértigo, porque mucho (tal vez más de lo acostumbrado) resultó de circunstancias inesperadas y todavía inenarrables. Este año, alguien cercano a mí se quitó la vida mientras que otra persona a quien le debo la vida ha estado luchando por la suya. Ante estos grandes contrastes quedan…
7 comentariosAño: 2018
Me llegaron hace poco unas preguntas por uno de estos medios en que nos podemos encontrar, pero esta persona no me dejó manera de responder: preguntas enviadas, cuenta desactivada, comunicación rota, voces ocultas tras una pared digital. Me dio qué pensar sobre tantas veces que en la vida dejamos conversaciones inconclusas. Decidí responder por este medio, aunque la respuesta no llegue a ninguna parte ni cumpla algún objetivo. Quizás no será esta una entrevista que se reproduzca; tal vez sea el simple producto de una asignación escolar que nunca se entregó. Es posible que nunca lleguen estas palabras a quien las incitó. Tal vez no importan tanto las preguntas (que transcribo tal como son) ni las respuestas más allá del intento de comunicación. Si tuvieras la oportunidad de ser el protagonista de una de tus historias, cual seria? Ninguno de ellos, porque los personajes de mis historias se encuentran casi siempre en situaciones ambiguas, donde puede haber algo de felicidad pero siempre mezclada con las complejidades del ser o no ser y la lucha entre la aversión y el deseo. Hasta un punto soy todos mis personajes. Los escribo para dejar de ser ellos. Tambien me gustaria saber cual es el escritor que mas admira? No es evasiva, pero no tengo un escritor o una escritora que pueda poner sobre un estante y admirar. Hay libros que admiro, y esos los he nombrado antes por ahí, pero la lista se expande y contrae como los latidos: “Cien años de soledad”…
Dejar un comentarioSentarse en el tren con demasiados pensamientos en la cabeza y ceder, palabra por palabra, a las imágenes tan simples que parecen ciertas de una poesía. Allá a lo lejos espera la muerte al final de un túnel. O eso dicen. El que escribe propone dedicar su vida al deseo y a protestar el dolor, y el que lee se da cuenta que de ninguna otra cosa trata todo lo que se ha escrito hasta entonces. Ni lo que se escribirá. Está enganchado. Este no entiende esta musicalidad, traducida del alemán de Rainer Maria Rilke, porque parece una serie de notas que existen aparte y que se suceden como una simple enumeración de cosas, sin que una expresión tenga que ver con la otra. El conjunto tiene una coherencia que se recibe a pesar de la traducción y sus vueltas. Estos son poemas viejos, antiguos, prehistóricos. Preceden la existencia del lector, y, más allá, la del poeta. Estoy leyendo en inglés, una traducción de Herter Norton, pero luego encuentro esta versión en español, muy diferente a la re-traducción literal que a mí se me ocurría. Otra vez huele el bosque,se ciernen las alondras, elevándosecon el cielo, que estaba pesado en nuestros hombros;cierto es que se veía por las ramas el díaqué vacío que estaba;pero tras de lluviosas tardes largasvienen las horas nuevas,soleadas de oro,huyendo de las cuales, en fachadas lejanas,todas las desgarradasventanas temerosas agitan sus batientes. El tren ha llegado a la estación de la avenida Jamaica en Queens, y…
2 comentariosSi te asomas a una ventana te encuentras ante una apertura mayor que la del espejo, aquella otra imagen recurrente en la literatura desde que Narciso se enamoró de su reflejo en la superficie del agua y enloqueció. Un espejo te devuelve una ilusión, pero una ventana se abre hacia otro mundo. Es el truco: las ventanas son buenas para mirar hacia afuera y hacia adentro. Siempre que te asomas a una crees que miras, pero no te das cuenta de que también eres mirado. ‘Ventanas’ de Glenda Galán Es un promisorio concepto este que se propone en el libro “Ventanas: Entrevistas de Glenda Galán a escritores latinoamericanos”. La entrevistadora nos mira y nosotros la miramos. Más allá del marco están los espacios que habitamos, los vacíos que encierran y lo que se insinúa en las sombras. Es este libro de Galán un deleite de voyeurismo literario donde podemos asomarnos al alféizar de cada autor –ya sea en Miami, Nueva York, Paris o Santo Domingo — y ver mucho o ver poco, adivinar o suponer, quizás entender algo nuevo, pero sobretodo quedarnos picados de curiosidad por lo que escriben. En este libro se encuentran voces e ideas multiformes, a veces complementarias y otras divergentes, de creadores que sufren y gozan la común obsesión de escribir en una imaginaria urbe latinoamericana. El libro, complementado por las interpretaciones que son los retratos pintados de Jennie Santos, nos presenta rostros conocidos y por conocer desde el punto de vista de una dominicana en…
4 comentariosLa novela Los premios empieza con una promesa de trama, un viaje en el que un grupo de extraños abordará un crucero con destino incierto tras ganar un premio auspiciado por el gobierno. Podría pensar el lector en cualquier tipo de aventura que sucederá en ese trayecto, pero con cada página leída se va uno dando cuenta de que este barco no va para ninguna parte, aunque ya es muy tarde para regresar. No estamos hablando de cualquier escritor, sino de una de las lumbreras de la literatura latinoamericana (y de más allá) y cabe sospechar que no fue falta de dominio del oficio de escribir que llevó a Julio Cortázar a emprender un viaje sin destino en el que la falta de sucesos se convierte en el principal hecho, algo así como el motor de la no-acción. Los premios fue su primera novela publicada por allá en 1960. No lo niego. Maldije la hora en que me puse a leerla, porque esta novela era una trampa. Como señalé antes, era muy tarde, demasiado tarde, para dar marcha atrás cuando me di cuenta de que no pasaba nada y que el final no traería gran revelación. Esta era una excursión ficticia que se emprende en grupo donde después de escalar más de la mitad de una montaña, o en este caso navegar más de la mitad del viaje por un mar monótono, uno sabe que el regreso sería más tedioso (e incluso humillante) que proceder, aguantar y desembocar en mala…
7 comentarios