Fui yo quien hace tres años empezó el embrión de artículo sobre Junot Díaz en Wikipedia cuando, tras leer su libro de cuentos «Drown», sentí la necesidad de dar a conocer el trabajo de este escritor y de ubicarlo bajo el título de autores dominicanos. Puse allí dos o tres parrafitos y el nombre del libro, lo poco que sabía, y al regresar con los años he visto el artículo crecer — igual que la fama de Díaz. Hará diez años que oí hablar de él por primera vez de boca de un conocido novelista norteamericano que, francamente, me confesaba que no entendía what all the fuss was about — por qué tanto alboroto con este autor y por qué la afamada revista New Yorker lo publicaba cuando rechazaba los escritos de la mayoría. He is no García Márquez or Carlos Fuentes. Eso me dijo. Yo detecté celos –envidia quizás–. No me animé a leer a Junot hasta años después, pero cuando leí sus primeros cuentos me pareció que se repetía aquella tarde de la adolescencia en que la pelota de béisbol me golpeaba en la cara y yo caía atontado en el piso. What the heck did just happen? — me pregunté. Did he just write that? Y entendí los celos de aquel otro. El tipo sabe escribir: aunque creo que para apreciar esto del todo hay que leerlo en inglés y ser bilingüe. He tardado menos en leer su primera novela, «The Brief Wondrous Life of Oscar Wao»,…
18 comentariosAutor: Víctor Manuel Ramos
Anduvimos dentro de ella antes que la terminaran, subiendo sus escaleras a medio hacer y admirando cómo cobraba forma en cada visita. Fue la primera vivienda de la calle en completarse y la primera en habitarse – un imponente armazón de dos pisos que hacía empequeñecer la nuestra, de menor estatura que cualquiera de las otras que se harían en esta calle. El día de nuestra mudanza ellos estaban ahí. Nos llegó desde sus adentros el eco de la percusión de la salsa. Conocimos al fin a sus ocupantes, una pareja y su niño, más regocijados y menos asustados de estrenar casa que nosotros, sus nuevos vecinos — aunque fuera la casa que lo estrenara a ellos. Optimistas y lo suficientemente patrióticos como para armar su propia celebración de fuegos artificiales en el día de independencia. Vivían el cacareado sueño, sin importar si fuera a crédito. Vimos el pasto enverdecer, el jardín florecer y, casi de inmediato, los primeros trabajos. Una nueva entrada, empedrada en imitación europea; los cómodos asientos a la sombra de la galería; los nuevos árboles y decoraciones tropicales a la entrada; el patio hecho para tardes de fiestas a la barbacoa. Y para culminar ese año las vistosas luces navideñas. Estaban los nuevos y grandes vehículos de los días en que aparentemente no importaba el precio de la gasolina; los muebles sin estrenar que llegaban forrados en plástico; los juguetes del niño. Nosotros apenas llenábamos un rincón de nuestra casa con muebles de sospechosa vejez. Hemos…
Dejar un comentarioLo más interesante de Carlos Ruiz Zafón es su habilidad para hilvanar historias. Este escritor español, que sin dudas es la sensación de los últimos años, sabe cómo tramar. He leído su último libro, «El juego del ángel», que resultó hacer juego con «La sombra del viento», el libro anterior que lanzó a Ruiz Zafón al estrellato. Ese también lo leí, sin entender del todo, entonces, por qué me atraía, pero en esta segunda oportunidad lo tengo algo aprendido. Atravesé las más de seiscientas páginas de «El juego del ángel» a pesar de que a mí mismo la historia me parecía grandemente inverosimil y, francamente, algo ombliguista. Así la resume la cubierta del libro: En la turbulenta Barcelona de los años 20, un joven escritor obsesionado con un amor imposible recibe la oferta de un misterioso editor para escribir un libro como no ha existido nunca, a cambio de una fortuna y, tal vez, mucho más. Lo que he descubierto, lo que me ha enseñado Ruiz Zafón, es que no importa que la historia sea creíble, e incluso que los personajes parezcan extensiones del narrador, siempre y cuando el escritor mismo se convenza de que la historia y los personajes representan una realidad. Y es obvio que Ruiz Zafón lo logra de manera magistral. Narra apasionadamente, a pesar de la extensión del texto, lo que se siente como una película de misterios que, a pesar de todo lo que uno pueda suponer, termina sorprendiendo. Me guste o no este género,…
4 comentariosSi rompes el relato en pedazos encontrarás algo que no parece mucho: joven blanco huye de la tiranía de su padre borracho, se encuentra con esclavo negro que también huye, los dos escapan río abajo, conocen otros que huyen, y después de tanto huir resultan libres. ¿Qué hacer al tener la libertad? Encontrar otra razón para huir de nuevo. Gracias por visitar Libro Abierto. Para subscribirse a futuras publicaciones, escríbanos a libroabierto@vmramos.com.
5 comentariosA veces uno espera por meses o años para atravesar esas lagunas del pensamiento donde todas las letras se sumergen en un pantano que huele a estiércol. No es que uno no tenga nada qué decir sino que tal vez uno no se permite decirlo. Las prioridades pueden ser otras: pagar las deudas, mudarse, criar niños, trabajar, resolver lo del carro, poner una cerca, arreglar por fin el maldito rechinar de la puerta de la ducha. En fin, vivir tan en paz como sea posible. Vaya idealismo: pequeña burguesía. Pero uno está al acecho del momento. Cuando llega uno lo sabe. Lo sabe porque lo sabe. Y tira uno las sábanas a un lado, y abandona el estupor y la comodidad de la cama, y se va como un borracho en la oscuridad, tropezando con los muebles que parecen haber cambiado de lugar, y llega apenas a la cámara oscura y enciende alguna lucecilla y, sin dudas, la computadora — y desespera uno ante el sonido de comienzo de Windows –¡cállate y prende!–, y la página de entrada, y la maldita palabra clave que se olvida a deshoras, y el antivirus que insiste en hacer una inspección completa de los contenidos del disco duro. Y, al fin, abre la página virtual –ese fantasma de la página en blanco de antaño– y empieza uno a desnudarse con las palabras y a gritar las cosas que hace tiempo no podía decir, y llega uno prendido a las oraciones del último párrafo, y…
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