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Categoría: baptismo

El diseño divino en pantalla de plasma

Se deslizó una compuerta por encima del altar, como sucedería en un episodio de ciencia-ficción, a lo Star Trek. Detrás, dos hombres, vestidos en blancas sotanas, estaban inmersos hasta el pecho en una alberca de cristal. Uno de ellos, un diácono, ayudó al otro a sumergirse de espaldas. Lo vimos hundirse y emerger sonriente, con el agua a chorros. Acababa de cumplirse el rito más importante de la religión bautista: el bautizo por inmersión, tal como ellos dicen que sucedió en los tiempos de Jesús. No cuesta mucho concordar con ellos cuando profesan que ese rito es un acto simbólico — y que, por tanto, no tiene sentido que un niño pase por el sacramento. Hay que tener uso de razón y una “edad de responsabilidad”, dicen ellos, para aceptar la salvación. Antes de que se fragüe ese juicio, a uno le pertenece el reino: interesante paralelismo a la enseñanza de Jesús y a la pérdida de inocencia del Edén. El baptismo acepta las Escrituras como única autoridad. El pastor es alguien que las presenta. Los diáconos y miembros del consejo se escogen por sufragio democrático. Sus iglesias son cuerpos autónomos y apolíticos. Y está la mejor parte: el principio de la libertad del alma. En el mundo bautista se considera, en rasgos generales, que cada cual nace con el derecho de escoger su culto, o de no escoger ninguno. Esta autonomía operativa, razonabilidad de principios y aferración a la letra explican por qué los bautistas se encuentran mayormente en…

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