Aquí les comparto enlaces al artículo y video de una entrevista que me hizo Glenda Galán para su revista de multimedios, Dominicana en Miami. Tuve la suerte de conocer a Galán hace ya unos meses durante su visita a Nueva York, primero al verla leer a ella con mucha gracia de su propia ficción y poesía en una pequeña librería de Washington Heights, y luego cuando concertamos una reunión para tomar café en un mañana fría de Manhattan y hablar de estos destellos elusivos que buscamos en la claridad de la expresión. Entrevista al escritor y periodista Víctor Manuel Ramos #dominicanoenny #escritordominicano #literaturadominicana #morirsoñando #lavidapasajera Posted by Dominicana en MIAMI on Monday, March 20, 2017 Rara vez asisto a estos eventos, pero esta suerte de encuentro confirma que debería hacerlo más a menudo. Les recomiendo mirar otras páginas del sitio que sirve de base tanto para una edición impresa como para segmentos de radio y de televisión. Les invito particularmente a descubrir los textos y entrevistas de intelectuales, autores y otros artistas dominicanos, y latinoamericanos en general. Verán, como yo, que Galán, en su torbellino de periodismo cultural, ayuda a propagar otras voces de esta literatura híbrida en que se nos entrecruzan las raíces. Esperemos también ir oyendo algo más de la suya. Ah, casi olvidaba… Galán me preguntó si tenía algún escrito que pudiera ofrecerle para poder compartir en su página y, en honor a nuestra común conexión al estado de la Florida, busqué entre mis archivos, en algún lugar…
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En otros tiempos yo me reía de la ficción y prefería libros que me hablaran de asuntos reales, aficionado como era desde niño al oficio periodístico y su misión de verificar, informar y poner en contexto lo que sucede en nuestras sociedades. Ese fanatismo por los hechos hacía que leyera de mala manera las asignaciones escolares que me obligaban a seguir a personajes que nunca existieron, atrapados en conflictos que eran igual de imaginarios. A pesar de mis lamentos terminaba enfrascado en algún cuento o novela, como aquellas historias de vaqueros de Billy The Kid que leía para practicar inglés. Y ya lo he contado, a la hora de viajar fuera de mi país de origen, me descubrí empacando mi maleta con libros, muchos de ellos pura ficción. Años después me descubrí intentando yo mismo escribir relatos ficticios, sin explicarme del todo por qué. Para mí resultó ser esta una gran paradoja: a veces los hechos mienten y en ocasiones los relatos imaginarios nos acercan más a la verdad emocional de algo. Esto lo digo a pesar de ser periodista y de seguir venerando la importancia de los hechos. En otros rieles paralelos corre este asunto de la verdad que depende de una reorientación deliberada de los hechos. En la ficción, sabemos que se da un juego, que los personajes y las situaciones pueden partir de alguna realidad documentable, pero no dependen de ella. No obstante, son muchas las veces en las que al practicar este género he tenido que…
Dejar un comentarioAvijit Roy regresaba en un bicitaxi con su esposa después de asistir a una feria del libro en Daca, Bangladés, cuando dos sujetos los detuvieron, arrastrándolos sobre el pavimento para caerles a machetazos. En una de las imágenes que dio la vuelta al mundo por los medios de prensa se veía a un niño, apenas un adolescente de brazos largos, barriendo con una escoba de mano la mezcla de agua y sangre que quedó en la acera donde sucedió el crimen. El pecado de Roy, un humanista secular de ciudadanía estadounidense y raíces bangladesíes, fue sentarse ante un teclado y escribir, tanto para las páginas de sus libros como para su blog. Expresar su pensamiento. Hacerlo en el seno de una sociedad con elementos radicalizados por las interpretaciones más férreas del fanatismo religioso. Su error fue ignorar las amenazas que recibió por medios sociales. Roy, quien falleció camino al hospital, tenía 42 años. Su esposa, también descrita como una bloguera, quedó gravemente herida y perdió un dedo en el ataque. Eso sucedió en febrero de 2015. El siguiente mes otro bloguero de convicción atea, de nombre Washiqur Rahman, fue atacado con largos cuchillos en esa misma ciudad y se desangró hasta morir. Sus conocidos lo describieron como un hombre muy humilde que escribía con una buena carga de sarcasmo. Tenía 27 años. En mayo de ese mismo año Ananta Bijoy iba camino a su trabajo en un banco en la ciudad de Sylhet al noreste de Bangladés cuando cuatro hombres…
2 comentariosTú escribes porque quieres decir algo que sea verdadero y te pasas horas, días, semanas, quizás meses de tu vida, sentado frente a un teclado y poniendo una palabra detrás de la otra. Luego depuras el lenguaje en ese mundo narrativo de tu soledad y vas dándole forma a una expresión que para ti tiene sentido. Terminas y quieres compartir lo escrito, pero a la vez no quieres, porque te sueñas caminando completamente desnudo por una avenida llena de gente, tirando tus papeles a todos lados con escritos tuyos y se van como hojas marchitas que se lleva el viento. Has caminado tan lejos que ya no puedes regresar al punto de partida, a aquella tarde lluviosa de oraciones melosas. Descubres como cualquier escribidor — prefieres este vocablo profano — que la gente piensa que tiene mejores cosas que hacer que ponerse a leer. Hay un nuevo programa en la tele en que un hombre y una mujer primermundistas tratan de sobrevivir desnudos en la jungla y se mueren de hambre y de sed, y los bichos se los comen vivos, pero son ellos los que aprenden a comer gusanos. Los ves tiritando desnudos en la oscuridad de la noche mientras se tapan bajo unas ramas y se abrazan. La gente de privilegio es así. Les gusta sufrir a voluntad. Los más jóvenes no necesitan imaginar personajes cuando ellos pueden ser esos personajes en alguna realidad virtual que, sin ningún sentido de ironía, se empeña en parecer más real que…
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