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Categoría: escritura

A quien pueda interesar

Hace veinte años que me senté a juntar algunas palabras para ponerlas en este sitio. Era como tirar una botella al mar digital a ver si alguien la recibía y se interesaba en lo que decía adentro. Luego tiré otra botella, y otra botella, y me acostumbré a seguir dejando esos escritos con la idea de que alguien los recibiría.

Qué difícil era publicar cualquier cosa antes de eso. Hacía falta una imprenta.

Yo veía los números de gente que visitaba y la lista de países desde donde venían, aunque en principios nadie decía nada ni en los comentarios ni en privado. Me preguntaba si estaba hablando solo, pero disfrutaba de ejercitar la capacidad de pensar por escrito.

Un día cualquiera me llegó un correo electrónico, y era de alguien de mi país de origen que me contaba un sueño y comentaba sobre uno que yo había compartido meses antes. Pensé: ¡Llegó a otra orilla esta botella! Luego alguien dejó el primer comentario en un escrito — si mal no recuerdo, desde España — y así empezaron conversaciones y amistades que, aunque no sea en estas páginas, se mantienen todavía.

De repente había muchísimos otros blogs.

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Robarse el fuego

Estos días tengo que huir de todas mis obligaciones y del escritorio que una vez compré y armé con la esperanza de que sería el lugar de mis imaginaciones. Hay muchos asuntos de trabajo allí; mucha correspondencia abierta y sin abrir; muchos cables de computadora, impresora, monitor, bocinas, y el polvo que se acumuló entre ellos y sobre los libros que no leí en más de dos años de trabajo remoto por la pandemia.

Los asuntos prácticos se interponen: primero, hay que ser responsable y pagar las cuentas, desempolvar las superficies, organizar los libros, contestar las llamadas a mi mamá (siempre hay una emergencia que en realidad no es nada), y luego estoy cansado y necesito una siesta, y cuando despierto la casa está llena de gente, oigo los debates en la televisión y mejor me voy a cortar el pasto, que ya eso empieza a parecer un terreno baldío para criar becerros.

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Escena de terror

El hombre se levanta en esas horas de la mañana en que se oyen los insectos silbar en la oscuridad del patio. Un golpe de vergüenza anuda su garganta porque se ha dado cuenta, su subconsciente se lo ha dicho. Se le ha escapado un error.

Inmediatamente salta de la cama, abre su procesador de palabras y borra la ese que no pertenece, pero piensa en las seis personas que han visto la letra desnuda y curvada y en las quince más que notarán su indecencia, y siente su mundo colapsar, porque qué es él sino un hacedor de la nada. ¿Y cómo se sentiría un escultor si despertara de un sueño inquieto para recordar que el busto que terminó tiene una ceja de más? ¡Qué rostro de espanto! ¿Cómo es que después de tantas horas, días, meses y años le puede suceder eso? ¿Cómo es que su mente lo traiciona?

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Respuestas sueltas a una entrevista anónima

Me llegaron hace poco unas preguntas por uno de estos medios en que nos podemos encontrar, pero esta persona no me dejó manera de responder: preguntas enviadas, cuenta desactivada, comunicación rota, voces ocultas tras una pared digital. Me dio qué pensar sobre tantas veces que en la vida dejamos conversaciones inconclusas. Decidí responder por este medio, aunque la respuesta no llegue a ninguna parte ni cumpla algún objetivo. Quizás no será esta una entrevista que se reproduzca; tal vez sea el simple producto de una asignación escolar que nunca se entregó. Es posible que nunca lleguen estas palabras a quien las incitó. Tal vez no importan tanto las preguntas (que transcribo tal como son) ni las respuestas más allá del intento de comunicación. Si tuvieras la oportunidad de ser el protagonista de una de tus historias, cual seria?   Ninguno de ellos, porque los personajes de mis historias se encuentran casi siempre en situaciones ambiguas, donde puede haber algo de felicidad pero siempre mezclada con las complejidades del ser o no ser y la lucha entre la aversión y el deseo. Hasta un punto soy todos mis personajes. Los escribo para dejar de ser ellos. Tambien me gustaria saber cual es el escritor que mas admira? No es evasiva, pero no tengo un escritor o una escritora que pueda poner sobre un estante y admirar. Hay libros que admiro, y esos los he nombrado antes por ahí, pero la lista se expande y contrae como los latidos: “Cien años de soledad”…

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Del Morirsoñando y otros cuantos cuentos

Hace unos meses terminé un trabajo que venía haciendo entre etapas de actividad en muchos frentes, revisar y preparar para publicación los primeros cuentos que escribí y saqué a la luz hace más de una década. Los publiqué entonces bajo el título de Morirsoñando: Cuentos agridulces, 1998-2005, indicando que reunía los relatos que sobrevivieron a esos años. Pero esta vez se me ocurrió que, además de revisarlos, debía expandir el período de esa publicación para cubrir mi primera década de ficciones. Así lo hice. He aquí, entonces, el libro revisado y expandido: Morirsoñando: Cuentos agridulces, 1998-2008. Incluye los cuentos que mis primeros amigos de lectura conocieron de mi parte, más otros cuantos cuentos que formaron parte del mismo período. El libro está publicado y circulando, en versiones digital y de papel, hace unos meses, reemplazando los enlaces para la edición anterior que se había agotado, pero justo cuando terminé la tarea de darlo a luz mis ocupaciones laborales me obligaron a olvidarme de él y no hice nada para anunciarlo, excepto poner en mis páginas los enlaces actualizados. Este es un simple anuncio. No me voy a ocupar de decir mucho de mis propios intentos de escritura, considerando que la subjetividad nublaría mi razón, pero puedo compartirles que me alegra soltar estos cuentos otra vez al aire y que mi experiencia inicial con ellos ha sido muy satisfactoria. He recibido noticia de lectores de la primera edición en distintos lugares del planeta que gracias a las redes (tanto de relaciones…

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