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Categoría: estoicismo

La abundancia ya presente

Se habla a veces del epicureísmo en referencias de paso cuando se relatan los placeres de la buena comida y bebida, quizás de lujos que uno se da, o de la actitud del turista que se detiene a mirar y apreciar algún paisaje pintoresco. O sea que se entiende que ser epicúreo corresponde a complacerse.

Sucede que tal como el estoicismo, la filosofía opuesta, no consiste simplemente en negarse los placeres, tampoco es el epicureísmo algo tan simple como el hedonismo desenfrenado. Pero estas maneras de ver la vida no representan tanto visiones opuestas como complementarias y hay en ambas mucho de la otra: el estoicismo se ha puesto de moda en la última década y tal vez le vaya tocando pronto el turno a esta otra tendencia.

La búsqueda filosófica en sus orígenes no perseguía la búsqueda éxito, como suele suceder cuando se populariza una tendencia, sino investigar y entender cómo vivir bien. Epicuro de Samos (de quien se deriva el nombre de la filosofía) buscaba allá entre los siglos tres y dos antes de la era moderna ese tipo de felicidad minimalista que no encajaría muy bien con una cultura de excesos. Sus enseñanzas y máximas llegan a nosotros mayormente a través de otros, pero se pueden presentar con una sentencia breve que se le atribuye: “El que no está satisfecho con poco no estará satisfecho con nada”.

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El estoicismo no es lo que parece

Hay muchas cosas en la vida que no se pueden controlar, entre ellas ese gran vacío que llamamos futuro. ¿Por qué ocuparse de ellas si están fuera de la propia esfera de acción? Tanto desear como rechazar lo que no se puede poseer o impedir es generar frustraciones. Tiene sentido contemplar las consecuencias de las propias acciones antes de irse por un camino, pero una vez escogido hay que pagar el precio. Estos consejos de sentido común los he encontrado en una interpretación de las enseñanzas de Epícteto, un filósofo griego de los que pertenecían a la escuela del estoicismo a principios del primer milenio de la era común. Me ha sorprendido la lectura porque la noción generalizada del estoicismo es una caricatura de personas reprimidas y de gran tolerancia al sufrimiento. Es cierto que en su propuesta hacia una vida virtuosa y desapasionada Epícteto y los estoicos se alejan de la conducta impulsiva, pero eso es en busca de un propósito que le sería común a cualquier profeta de la autoayuda: la felicidad. Se me ocurre que, de vivir Epícteto en nuestros días, y de poner un buen plan de promoción para sus ideas, sería un hombre muy afortunado. Hay un gran mercado para ese tipo de libros que prometen solucionar los conflictos y la angustia del diario vivir, particularmente si se dividen en un número específico de claves o pasos. Epícteto me parece una alternativa para quienes no apetecen a los gurúes de moda pero entienden que hay…

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