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Categoría: libros

Palabras que muerden: la poesía de Ambroggio.

Recibí por dos vías un nuevo libro de poesía que se titula «El cuerpo y la letra. La poética de Luis Alberto Ambroggio», un autor que desconocía. Es un tomo enjundioso –editado por la Academia Norteamericana de la Lengua Española– que reúne tanto los versos de Ambroggio como ensayos críticos de su obra. Encuentro en estas páginas una poesía seria y pulida que habla de esa lucha anónima que se da entre los habitantes de dos culturas, como reclama el autor en «Don de lenguas». Me habitan dos lenguajes enemistados;me siento esclavo en mi propia carne.Desheredo las palabras dulces,obedezco y me rebelo ante órdenesque me desprecian con sílabas mortalesy huelo a gritos discordantescomo pan quemado. Los versos de Ambroggio, como él mismo dice en uno de sus ensayos, están hechos de “palabras que muerden, que tocan, que cantan, que defecan” para un hombre que busca en ellas su realización. Gracias por visitar Libro Abierto. Para subscribirse a futuras publicaciones, escríbanos a libroabierto@vmramos.com.

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El juego literario de Ruiz Zafón.

Lo más interesante de Carlos Ruiz Zafón es su habilidad para hilvanar historias. Este escritor español, que sin dudas es la sensación de los últimos años, sabe cómo tramar. He leído su último libro, «El juego del ángel», que resultó hacer juego con «La sombra del viento», el libro anterior que lanzó a Ruiz Zafón al estrellato. Ese también lo leí, sin entender del todo, entonces, por qué me atraía, pero en esta segunda oportunidad lo tengo algo aprendido. Atravesé las más de seiscientas páginas de «El juego del ángel» a pesar de que a mí mismo la historia me parecía grandemente inverosimil y, francamente, algo ombliguista. Así la resume la cubierta del libro: En la turbulenta Barcelona de los años 20, un joven escritor obsesionado con un amor imposible recibe la oferta de un misterioso editor para escribir un libro como no ha existido nunca, a cambio de una fortuna y, tal vez, mucho más. Lo que he descubierto, lo que me ha enseñado Ruiz Zafón, es que no importa que la historia sea creíble, e incluso que los personajes parezcan extensiones del narrador, siempre y cuando el escritor mismo se convenza de que la historia y los personajes representan una realidad. Y es obvio que Ruiz Zafón lo logra de manera magistral. Narra apasionadamente, a pesar de la extensión del texto, lo que se siente como una película de misterios que, a pesar de todo lo que uno pueda suponer, termina sorprendiendo. Me guste o no este género,…

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Compartir el nombre.

Víctor Manuel Ramos y yo nos conocimos por accidente. Creo que fue así: alguien me escribió desde Francia –¿o fue desde Canadá?– refiriéndose a un manuscrito en el que estaba trabajando y que pronto sometería para mi revisión. ¿Qué? –pregunté. Y vino la respuesta: Lo siento. Quería comunicarme con otro Víctor Manuel Ramos, escritor hondureño y, en ese entonces, director de una editorial en Tegucigalpa. Nada raro que un nombre como el mío exista en América Latina. De hecho, en el barrio donde crecí había un tocayo que no solamente tenía mi primer y segundo nombres, sino también mis dos apellidos — y el tipo no me caía muy bien, por copista. Lo que sí me pareció extraño –además de la casi idéntica dirección electrónica de este nuevo homónimo– es que él también estuviese picado por el virus de la escritura. Me puse a investigarlo. Encontré un par de artículos en la prensa hondureña y vi los títulos de algunos libros por ahí. Supe que su profunda aficción es por los libros infantiles. Al fin, le escribí. Hará años de eso. Desde entonces el doctor Víctor Manuel Ramos y yo, que no soy doctor de nada, llevamos una correspondencia esporádica y amistosa. Tenemos un pacto: yo le paso sus correos desviados y él me pasa los míos. Hemos decidido compartir el nombre. En todo esto no le había leído, hasta que hace poco intercambiamos libros. Creo que él salió perdiendo en esa transacción. Yo le envié mi «Morirsoñando» y él…

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Un futuro brillante para los libros

Era cuestión de tiempo que los libros dieran el salto a la era digital, y abrieran así una nueva era para la distribución de ideas, historias e información. Ese salto ya se dio, aunque no haya trascendido del todo a la cultura popular, con la creación de lectores electrónicos como el Kindle de Amazon, el Cybook de Bookeen, o el Reader Digital de Sony. Es una tecnología en pañales, pero prometedora que de seguro atraerá pronto a los amantes de la lectura y será para los libros, revistas y periódicos lo que fue el I-Pod para la diseminación de música popular. En términos generales, estos aparatos son del tamaño y peso de un libro en rústica, pero ofrecen la posibilidad de guardar cientos y miles de libros, que se adquieren de las tiendas de libros electrónicos sin necesidad de conectarse a computadoras ni a internet. Usan una tecnología similar a los teléfonos móviles. Y ofrecen unas pantallas que no son como los monitores de las computadoras típicas, sino que imitan la experiencia del papel: significando esto, por ejemplo, que no proyectan luz y deben leerse en un lugar iluminado como si fueran libros comunes y corrientes. No entraré en detalles técnicos que desconozco. Para eso están los tecnófilos del mundo. Pero para los que leemos y escribimos esta es una buena noticia. Permitirá que los lectores en serie llevemos toda una biblioteca en el espacio que antes ocupaba un libro y liberará al contenido de la forma para quienes buscan…

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El grito desgarrado de Reinaldo Arenas.

La carátula de esta edición de «Antes que anochezca» presenta una fotografía de un Reinaldo Arenas viril y despeinado que divisa a lo lejos con intensidad, sin fingir una sonrisa. Es un hombre de mirada trágica, pero altanera. Le delata el pelo revuelto y la verruga anarquista detrás de la oreja. No he leído memorias como estas – y, de seguro, no las hubiera leído en otros tiempos, o de saber siquiera las minuciosidades de lascivia y tragedia a las que me iba a llevar este escritor. Es una obra rabiosa. Pero también es una obra orgiástica, incómoda para los que somos del sexo convencional. Es una declaración de la más abierta homosexualidad, pero no es sólo eso. Es también un testamento de dignidad a pesar de todas las indignidades. Es un libro que no complace a muchos bandos. Ofende a la derecha por su promiscuidad, un reto declarado a los guardianes de cualquier moral. Ofende a la izquierda por su condena del caudillismo de Fidel Castro y la crueldad de su comunismo. Ofende a los capitalistas por la crítica de su grosera afición al dinero. Ofende al exilio cubano en “El Mierdal” de Miami por lo que expresa como la brutalidad de su resentimiento, aunque este fuere justificado. Ofende a los ideólogos, a los escritores y a los intelectuales que justifican la maldad. Ofende a la vida misma, por la manera en que el autor desea, al fin, el abrazo de la muerte. Es una autobiografía –hecha película en…

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