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Categoría: Literatura

El descenso de Pip hacia sí mismo

La influencia de Charles Dickens en la cultura literaria inglesa es tal que se pueden conocer sus tramas y personajes sin abrir las páginas de un libro. Muchas producciones armadas en base a sus obras han llegado al cine, al teatro y a los dibujos animados. ¿Quién no conoce al tacaño de Ebenezer Scrooge y sus fantasmas? ¿O al niño huérfano Oliver Twist? ¿O a su reencarnación en Pip?

Es común oír en medios en inglés algunas frases dickensianas, como aquella frase convertida en cliché para situaciones ambiguas, tomada de su novela “A Tale of Two Cities” (“Historia de dos ciudades”): “Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación.”

Yo conocía el argumento y algunos personajes de “Great Expectations” (que he visto traducido como “Grandes esperanzas” y “Grandes expectativas”), su penúltima novela terminada, antes de adentrarme en sus páginas.

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‘Ventanas’ hacia otras ventanas de Glenda Galán

Si te asomas a una ventana te encuentras ante una apertura mayor que la del espejo, aquella otra imagen recurrente en la literatura desde que Narciso se enamoró de su reflejo en la superficie del agua y enloqueció. Un espejo te devuelve una ilusión, pero una ventana se abre hacia otro mundo. Es el truco: las ventanas son buenas para mirar hacia afuera y hacia adentro. Siempre que te asomas a una crees que miras, pero no te das cuenta de que también eres mirado.

Es un promisorio concepto este que se propone en el libro “Ventanas: Entrevistas de Glenda Galán a escritores latinoamericanos”.

La entrevistadora nos mira y nosotros la miramos. Más allá del marco están los espacios que habitamos, los vacíos que encierran y lo que se insinúa en las sombras.

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Argénida Romero, echando raíz en poesía

Leer es recrear lo escrito, sobre todo cuando se trata del lenguaje íntimo y muchas veces oscuro de la poesía. Por eso cuando uno lee y atribuye significados vale preguntarse si leyó lo que quiso decir la voz interna detrás de esas oraciones, o si leyó lo que uno quiso leer. Esto aún más cuando uno conoce a la persona que los escribió y esa lectura está marcada por la amistad.

Hace años que trato con Argénida Romero, aunque no creo que hayamos pisado el mismo pedazo de tierra a la vez. De alguna manera nos encontramos por esos senderos comunes de las letras y los medios y nos hicimos amigos, como se puede ser amigos a través de largas distancias.

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