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Categoría: literatura

La importancia de las palabras

Este es el discurso pronunciado esta noche en el acto de presentación del premio por el Primer Certamen Literario de la Academia Norteamericana de la Lengua a mi novela «La vida pasajera». Lo comparto aquí con aquellos de ustedes que no pudieron participar del acto en muestra de agradecimiento al apoyo recibido por este medio de alcance global. Ahora que la novela estará a la disposición de quienes quieran adquirirla, a través de la Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, espero que esta sea de su gusto y que compartan conmigo su apreciación de la misma por estas páginas. Un saludo cariñoso desde Nueva York. Queridos amigos. Gracias por acompañarme esta noche en ocasión de la publicación de mi novela. Quisiera hablar un poco de lo que significan las palabras en este sospechoso arte de la escritura, pero lo voy a hacer a través de historias que se entrelazan a mi propia vida. La tarde soleada que salí de República Dominicana llevaba muy pocas pertenencias en mi maleta. Mis familiares en Nueva York me habían instruido a que dejara todo, excepto la ropa que llevaba puesta y algunos artículos de primera necesidad. Esto me puso en la difícil situación en la que se encuentran todos los que emigran, especialmente si saben que el regreso se va a dificultar (que es lo que casi siempre sucede). Tienen – o tenemos – que escoger qué partes de la vida que queda atrás ocupará el preciado espacio del equipaje. Aún a…

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La lectura como ventana al diálogo

Buscaba yo noticias de la comunidad hispana en una nueva ciudad cuando vi un aviso sobre unas reuniones en las que se hablaba, en español, de libros. Un club del libro en torno a obras de ficción. Fui con mi cuaderno y lapicero – las temibles armas de mi profesión – a la librería donde se reunían con la idea de escribir una nota ligera. Pero entré por la puerta como periodista y salí hecho miembro del grupo. Intenté pasar toda la reunión jugando mi papel de mosca pegada a la pared – así describimos a veces los periodistas nuestro rol silente y desapegado en eventos que cubrimos –, mientras tomaba apuntes de una discusión muy animada sobre «Memorias de mis putas tristes», una novela corta que Gabriel García Márquez acababa de publicar por esos días. A diferencia de otros temas de política y demás – en los que logro observar con buen desapego – en este asunto se me hacía imposible mantener la distancia, sobre todo por la manera en que los participantes relacionaban las historias con sus propias vidas, y cómo se revelaban a la luz de la experiencia literaria. Como una señora mayorcita, más fácil de imaginar sentada en los bancos de dura madera de alguna iglesia, que esa noche defendió el derecho de las putas a ser putas. O un ex-profesor latinoamericano, desempleado en el exilio, que relacionaba aquella novela a la de Vladimir Nabokov y el posible deseo de García Márquez de darle a esa…

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Respuesta a un poeta

El otro día, a eso de las ocho y media de la noche, leí un poema que me rompió el corazón. Yo no estaba preparado para ello, o tal vez lo estaba porque me sucedió. Eran versos sobre un lugar en el que nunca estuve. No eran para mí versos nuevos. Pero hay momentos en que una composición, que antes fuera sucesión de palabras, llega a más que eso – o tal vez soy yo quien se transfigura. Está uno ahí, justo al lado del poeta, o incluso más allá, en el momento antes del principio, previo a la primera palabra. ¿Y qué importa que el poeta haya muerto un año antes que uno naciera? Él sabía que yo lo leería, no este yo pequeño que tiene personalidad y es un obrero asalariado más, sino el yo sin nombre de treinta y tantos años después: que es como él, que por un momento es él. Casi no resisto, casi no termino de leer por el nudo en la garganta, y quiero decirle: “Poeta, has dicho verdad que trasciende el tiempo”. Gracias por visitar Libro Abierto. Para subscribirse a futuras publicaciones, escríbanos a libroabierto@vmramos.com.

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Una lista de lectura

Hace poco empecé una lista de obras de ficción que estaba leyendo porque, como el típico lector de varios libros a la vez, a veces pierdo la noción de cuántos llevo iniciados. Este deseo de establecer orden me llevó a descubrir una nueva obsesión, similar a la de los hobbies que muchas personas ponen en sus pérfiles biográficos como puntos definitorios de sus personalidades. Seguí hasta incorporar títulos leídos el año pasado, y el antepasado, y así en lo sucesivo – hasta terminar con una suerte de catálogo de mi lectura de ficción. La primera observación que resultó de este extraño ejercicio fue que en promedio leo unas doce novelas por año, o sea una por mes, aunque mi lectura suele ser simultánea entre una novela en español y otra en inglés, que voy alternando con algunos otros libros de prosa periodística o académica, alguna colección de cuentos y uno que otro libro de poesía. Esto sin contar los periódicos y revistas ni los blogs que me son de interés. También noté que muchos libros que tengo que leer, ya sea porque quiero leerlos o porque son imprescindibles en la formación de cualquier lector-escritor, no los he tocado. Esto último llevó a una expansión del proyecto. He agregado más de una docena de títulos a la lista de pendientes, que sigue creciendo. He anotado los que tengo empezados, los que abandoné y hasta los países de orígenes de los autores en una hoja de trabajo como las que usaría un…

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Nosotros también soñamos

Imagen de http://www.flickr.com/photos/amamosespanol/ Hace más de una semana que se anunció el resultado de la convocatoria del Primer Certamen Literario de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, pero todavía no sé exactamente cómo reaccionar. Lo que sí puedo decir es que siento mucho agradecimiento por la oportunidad que esto significa para mí y por la importancia de estas iniciativas para otros que, como yo, afanan en el anonimato por plasmar una visión de la realidad. No hay dudas de que en el mundo hispano, y en el destierro lingüístico de Estados Unidos en particular, faltan espacios para que los nuevos escritores lleguen a un público. No sé a quién culpar por ello, pero sospecho que todos tenemos parte en este asunto, por aquello de la oferta y la demanda. Se hace fácil recurrir a pasatiempos menos exigentes que la literatura y por ende creamos la percepción, que retroalimenta la realidad, de que ya no leemos. Pero esa idea me parece incorrecta y están los fenómenos de grandes ventas en libros para comprobarlo. No se debería limitar a fenómenos de ventas que haya mayor propagación de este mundo de ideas y posibilidades que es la literatura – y del cual se nutren los mismos medios audiovisuales que acaparan la atención. Y es por ello que los certámenes que aprueban y promueven una obra cobran especial importancia. En el mundo de los libros en español parecen la vía más factible para iniciarse y exponerse al juicio de un público. Este certamen…

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