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Categoría: medios sociales

A quien pueda interesar

Hace veinte años que me senté a juntar algunas palabras para ponerlas en este sitio. Era como tirar una botella al mar digital a ver si alguien la recibía y se interesaba en lo que decía adentro. Luego tiré otra botella, y otra botella, y me acostumbré a seguir dejando esos escritos con la idea de que alguien los recibiría.

Qué difícil era publicar cualquier cosa antes de eso. Hacía falta una imprenta.

Yo veía los números de gente que visitaba y la lista de países desde donde venían, aunque en principios nadie decía nada ni en los comentarios ni en privado. Me preguntaba si estaba hablando solo, pero disfrutaba de ejercitar la capacidad de pensar por escrito.

Un día cualquiera me llegó un correo electrónico, y era de alguien de mi país de origen que me contaba un sueño y comentaba sobre uno que yo había compartido meses antes. Pensé: ¡Llegó a otra orilla esta botella! Luego alguien dejó el primer comentario en un escrito — si mal no recuerdo, desde España — y así empezaron conversaciones y amistades que, aunque no sea en estas páginas, se mantienen todavía.

De repente había muchísimos otros blogs.

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En tiempo real

Cada vez se hace más fácil opinar sobre miles de cosas, decir de manera contundente lo que creemos y reaccionar a los sucesos y eventos “en tiempo real” para que todos los fulanos y sutanos que conocemos sepan dónde estamos parados. Desde el punto de vista de la libertad de expresión esta masificación del individuo representa un triunfo contra la mordaza, pero esto me recuerda una imagen del buen sentido: el agua dentro de los cauces de un río, o saliendo del grifo de la casa como agua potable, es buena, pero inundando una casa o arrastrándonos contra la corriente se convierte en algo dañino, en una amenaza. Esto puede suceder también con las palabras, y los pensamientos que éstas encierran: nos pueden inundar, se pueden meter en todas partes y nos pueden arrastrar en una corriente de cultura irreflexiva que nos roba el oxígeno. Cada vez sucede con más frecuencia. Algún incidente se propaga por los medios sociales y a la vez arrastra consigo una ola de opiniones que en muchos casos representan posturas empaquetadas de acuerdo a los dogmas de la izquierda, del centro o de la derecha y que en tantos otros no son más que el vómito de pensamiento enlatado, a veces incoherente. De manera que quedamos expuestos, y sin aviso, a mentes cuyas elucubraciones no se editan y nos llegan en toda su crudeza. Cada cual parece ponerse en pie de guerra y decir: o estás conmigo, o contra mí. Dios o el diablo. Este…

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