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Categoría: México

En Coyoacán, una vida más dulce

Apenas rayaba el nuevo día y un sol acaramelado se asomaba por las grietas de las paredes que dividían las propiedades. La barrendera municipal estaba haciendo una escoba de ramas secas para limpiar el cemento del parque. Se oía el ronquido de los escapes de vehículos que llegaban con sus cargas al mercado municipal de Coyoacán.

Un hombre cuyo sombrero le tapaba la cara acababa de sentarse en la orilla de la banqueta, donde abrió la bolsa que traía un contenedor de plástico para exhibir unos rojizos chapulines fritos que vendía en vasos desechables. Después, me dije.

Entré y me asaltó el olor a frutas maduras de los puestos que estallaban en colores vivos: mangos ataulfos, mandarinas clementinas, nectarinas de pulpa blanca, sandías tan rojas como flores, mamones, papayas, cerezas y duraznos. Antes de que yo emergiera de la inundación de mis sentidos, una señora diminuta me agarró del antebrazo y no me dejó dar un paso más sin venir a mirar su mostrador; iba prendida de mí y no se iba a soltar. Pensé que era muy temprano para comer frutas y se lo dije, pero ella no hizo caso y empezó a cortar pedazos de esta y aquella, y a dármelas.

¿Has probado el durazno, príncipe? – me preguntó, y yo mirándola, noté sus ojos oscuros pero brillosos, las huellas de su rostro, su herencia ancestral, e iba a decir que sí, que eran lo que llamábamos “melocotones,” pero ella ya me había puesto un pedazo en la mano y me incitaba a probar. Sentí la fruta desmoronarse en mi boca.

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Romántico: un hombre y su guitarra cruzan fronteras

El tipo de documental que vale la pena ver es aquel que te informa a la vez que te hace sentir. Esto sucede con “Romántico”, un film del director Mark Becker que, sin tener que proclamarlo, va desde lo personal a lo social. Trata de la vida de un hombre — inmigrante indocumentado en Estados Unidos a quien la cámara sigue de regreso a su pueblo en Guanajuato, México. Cuando conocemos a Carmelo lo vemos ir de restaurante a restaurante, guitarra en mano, junto a su compañero de dúo – cantando esas canciones románticas y efusivas del repertorio latinoamericano. Carmelo regresa a México cuando la salud de su madre empeora y se queda allí, haciendo todas las peripecias necesarias para sobrevivir en un país tercermundista. Lo maravilloso de este documental, que se estrenó en 2005, es que nos envuelve en la vida de Carmelo, su familia y su pueblo y logra humanizar a lo que este hombre representa. Esto lo hace sin empujar alguna agenda política, aunque a la vez crea un nuevo entendimiento sobre estas personas al centro de una polémica internacional sobre las prácticas migratorias. Gracias por visitar Libro Abierto. Para subscribirse a futuras publicaciones, escríbanos a libroabierto@vmramos.com.

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El desaire.

Yo sólo quería comer. Que hubiera un mariachi cantando “Viva México” a toda voz era una sorpresa inesperada para un restaurante nuevo, tirado como este a la vera de una carretera de segunda. Empezaba a llover después de unas horas de playa. La tarde era buena y se estaba poniendo mejor. Pedí una quesadilla, rellena de carne asada. Pedí un jugo de tamarindo, aguándoseme el paladar. Pero ahora lo que más quería era dedicarle una canción a mi mujer. Lo que deseaba era ver a mis niños azorados ante el espectáculo de un mariachi alrededor de la mesa. Buscaba en mi mente una canción que fuera apropiada y solamente me llegaban algunas baladas de esas cortavenas de otros tiempos — dramáticas, pero ajenas a la placidez de mi vida. Recordé la primera ranchera que escuché en vivo, hará más de veinticinco años. Un vecino de mi barrio la cantaba, despechugado, con su pelo largo, algo desafinado, pero diestro en la guitarra: Grabé en la penca de un maguey tu nombre,unido al mío, entrelazados;como una prueba ante la ley del monte,que allí estuvimos, enamorados. Hermosa canción de Vicente Fernández, muy mágico-realista, pero inadecuada para el caso. Mientras yo pensaba, los mariachis cantaban en la mesa de al lado una de José Alfredo Jimenez que hacía suspirar a las damas que la solicitaron: Si nos dejan,buscamos un rincón cerca del cielo.Si nos dejan,haremos de las nubes terciopelo.Y ahí, juntitos los dos,cerquita de Dios,será lo que soñamos. Mi esposa sugirió “El Rey”, pero…

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