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Categoría: realismo

Eileen Chang y la “irrazonable realidad”

En un período en que no podía viajar a ninguna parte, yo caminaba por las calles de Hong Kong en una tarde de primavera en que ciertas azaleas apasionadas asaltaban los sentidos con su rojiza intensidad, “quemándolo todo”.

De pronto me adentraba en un mundo antiguo y nuevo a la vez, otro presente trastocado por el rumor de una guerra y una realidad que existía en la incertidumbre de la influencia colonial.

Caminaba yo tras los pasos de una muchacha de provincia que buscaba un mejor presente bajo el auspicio de una tía, y el personaje me llevaba hacia el interior de una casa, donde abría un armario y descubría como seguía existiendo en su contenido la China de otros tiempos a la sombra del progreso.

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Lo real maravilloso en una esquina

Una noche cualquiera se propagaba un rumor por las calles del barrio que hizo que un buen grupo de nosotros, algunos descalzos y sin camisa en esa vida desnuda del Caribe, termináramos en la esquina que era punto de congregación porque allí se encontraba el poste de luz. Un hombre desconocido y de extraño aspecto, con su piel descolorida y su pelo crespo enrojecido en una tierra de mestizaje, capturaba la atención de los que llegábamos: varones casi todos entre la niñez y la adolescencia, años vividos en esas mismas calles donde no había nada más que ver que las casas construídas hasta todas las orillas de las propiedades y el colorido de los marchantes que pregonaban verduras y maní tostado. El hombre decía que era galipote, uno de esos seres que en las noches de apagones habitaban las esquinas más remotas. Eran criaturas malignas que se transformaban en grandes perros peludos y de dientes afilados, o en murciélagos gigantes y gelatinosos, o en búhos de grandes ojos amarillos, y que salían a la caza de jovencitas que anduvieran en la oscuridad para hacerlas suyas y devorarlas. El galipote no había sido para mí más que un ser hecho de palabras e imaginación, pero todo el mundo que existía más allá de esos senderos estaba hecho de lo mismo: igual que nuestra historia y que los sueños; tal y como los relatos que nos llegaban de los que se habían ido a una ciudad lejana, blanca y fría; también como…

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